Diez años han trascurrido desde que el Instituto de
Estadística de la UNESCO, publicara la sistematización de los datos que cada
gobierno de los países miembros aportara sobre la realidad educativa por la
cual atraviesa. En algunos países en desarrollo se han dado importantes pasos y
medidas para asegurar la cobertura y acceso de la población al sistema
educativo en los primeros años de escolaridad, sin embargo persiste la
lentitud, burocracia, indiferencia e insuficiente compromiso para hacer
realidad que los sectores menos favorecidos de la sociedad sean incluidos en su
totalidad en el marco de la justicia, la equidad y la igualdad de
oportunidades.
Actualmente, se están haciendo esfuerzos para universalizar el acceso a
la educación primaria, observándose estancamiento en la calidad de la
enseñanza, en lo que el estudiante aprende y en las competencias que se aspira
que logren para asimilar, transferir y compartir nuevos conocimientos
necesarios para dar respuestas a las exigencias y retos que la sociedad
globalizada esta planteando.
Una década no ha sido suficiente a pesar de la diversidad de encuentros,
foros, congresos e intercambios mundiales, regionales y locales para superar la
disparidad de género que se observa en los sistemas educativos principalmente
de Centroamérica, América Latina, los estados árabes y Suráfrica, realidad que
en poco ha disminuido en el nivel secundario.
Desde los años noventa y con mayor énfasis en la década del dos mil, la
población mundial esta siendo afectada por pandemias y epidemias mundiales como
el VIH/SIDA, cólera, dengue, el virus AH1N1, así como también los accidentes
nucleares y los derrames de crudo. Este escenario demanda de una educación de
calidad que ofrezca a la sociedad las herramientas cognoscitivas,
procedimentales y culturales necesarias que permita al hombre moderno tener
capacidad de respuesta para adaptarse, administrar las realidades existente y actuar
de manera responsable en procura del bienestar colectivo.
Necesario es, una educación de calidad que ofrezca los escenarios
pedagógicos adecuados donde los seres humanos compartan experiencias
significativas, construyan los aprendizajes y logren las competencias reales
para alcanzar el bienestar común, el progreso, la justicia social, la
empleabilidad, alcanzar nieves óptimos de salud pública, el desarrollo social y
económico para una mejor calidad de vida.
Para alcanzar la calidad educativa es necesario asumir un proyecto país
sin mezquindades ni egoísmos, donde se deje a un lado parcelas políticas e ideológicas, la
evaluación y continuidad de planes y programas educativos donde exista
disponibilidad y el compromiso en la asignación justa de los recursos humanos y
económicos. No se trata de asegurar el acceso a expensas de la calidad de la
oferta educativa, lo que al final es un fracaso.
La sociedad actual propia del mudo de las TICs y del manejo global de la
información, exige un enfoque contextualizado sobre lo que debería ser calidad
educativa. No basta discursear sobre respeto de los derechos individuales;
mejora de la igualdad de oportunidades, pertinencia de lo enseñado para la
vida, la participación protagónica y otras. Se requiere de acciones verdaderas
y concretas que permitan en la práctica consolidar el concepto calidad
educativa.
El enfoque real del concepto calidad educativa, plantea la necesidad de
redimensionar el rol del docente en el desempeño de sus competencias
profesionales, así como también el papel que debe ejercer el estudiante en la
construcción del conocimiento que debe evidenciarse en los resultados del
aprendizaje escolar. Así mismo, el entorno donde se desarrolla el trabajo
pedagógico debe ofrecer las condiciones ambientales y psicosociales que
aseguren la convivencia, la tolerancia y el respeto mutuo.
Al hablar de calidad educativa, es necesario hacer referencia a la
formación permanente, la actualización profesional, la inversión socioeducativa
de los estados, la asignación necesaria de docentes titulados y capacitados
para trabajar en articuladamente con la escuela y la comunidad. Asegurar que
los alumnos aprendan de manera significativa a través de un diseño curricular
actualizado, contextualizado, que contenga los contenidos necesarios para la
adquisición y domino de competencias tanto en el área urbana como en la rural.
Para alcanzar y mejorar la calidad educativa, es imprescindible el
diseño e incorporación de áreas o asignaturas curriculares sobre las diversas
áreas del conocimiento que de respuestas a las necesidades y realidades
principalmente sobre lo relacionado con la salud pública, el medio ambiente, el
trabajo sociocomunitario y las tecnologías de la información y la comunicación.
Así mismo, es indispensable la existencia de un sistema efectivo y eficaz de
evaluación y control que sirva de feedback para introducir cambios y mejoras
continuas a los proceso de enseñanza y aprendizaje,
La cultura y el arte deben estar presentes en la diversidad de
manifestaciones que se desarrollan en la escuela. El estudio, fomento y
promoción de las lenguas autóctonas en los espacios educativos constituye una
necesidad social que ya no debe esperar más. La lengua y el idioma debe
asumirse desde lo local y regional como estrategia para fomentar los valores
históricos, sociales y culturales de los pueblos.
La inversión no solamente debe hacer hincapié en el cambio curricular.
Es importante acompañar las reformas con una justa política de remuneración e
incentivos para el docente, mejoras en las condiciones laborales que les
permita vivir dignamente acorde con la loable misión y la alta responsabilidad
encomendada.
La inversión en materia de infraestructura debe obedecer a criterios
contextualizados que aseguren estructuras físicas adecuadas, cómodas, seguras y
suficientes. Calidad educativa plantea el papel protagónico de la comunidad
ejerciendo el deber social de participar como órgano contralor sobre la calidad
del servicio educativo, la administración de los recursos económicos y la
constante lucha contra el flagelo de la corrupción que obstaculiza el
desarrollo de los pueblos del mundo.
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